XXVIII
OTRO PUNTO DE
VISTA.
Daraquiel, 12 de marzo de 2012.
¡Hola Dani!
¡Ya tengo internet en casa! Al final
he decidido dar el paso a la “era digital”, más que nada para poder hacer un
curso online sobre catalogación al que me he apuntado. Aunque como lo de
sentarme delante del ordenador lo relaciono con el trabajo, no te creas que le
estoy haciendo mucho caso. Álvaro es el que está todo el día enganchado, se ha
creado un perfil en facebook y está que no hace otra cosa.
Además, ahora estoy hasta arriba de
trabajo. Empezamos con las actividades de animación a la lectura para el cole,
y las hago yo todas porque María José se niega a “hacer el ridículo delante de
niños” y Leo “tiene otras funciones”. Hay un día que tengo dos sesiones
seguidas de cuentacuentos y todavía no me los he aprendido bien...
Fui con Leo y la jefa a reunirnos
con el jefe de estudios para concretar, y el hombre estaba empeñado en que
volviéramos a hacer el cuentacuentos de “La cebra Camila” con los de infantil,
supongo que por lo mucho que les gustaron a los niños las marionetas que
hiciste y los “tesoros de la biblioteca” que yo les enseñé. Le preguntó a la
jefa que dónde estabas tú, y ella bajó la cabeza sin responder. Yo le dije que
te habías pedido tres meses por asuntos personales. Creo que la jefa no
consigue superarte, jajaja. Leo se ofreció a hacer la actividad conmigo, pero
yo le dije que me apañaba sola.
De todas formas, para otras
actividades la jefa se empeña en pagar a un cuentacuentos profesional sin
siquiera proponérmelo a mí que sabe que me gusta y que se me da bien, en un momento
en que el Ayuntamiento nos ha llamado la atención porque gastamos mucho fixo y
nos ha dicho que limitemos el gasto de tinta de la impresora y que recortemos a
menos de la mitad el presupuesto para adquisiciones.
El otro día se pasó por la
biblioteca el nuevo alcalde, bueno, que ya lleva varios meses, pero que no se
había pasado antes. Para interesarse por el “trabajo de nuestro servicio” y
escuchar “nuestras necesidades”. Puro trámite, vamos. Nos recalcó lo de
ajustarnos el cinturón, que evitáramos cualquier gasto y que “aprovecháramos
los recursos ya existentes”. Y que diéramos gracias por cobrar los sueldos
aunque fuera con retraso, porque la situación está muy delicada.
Por lo demás, las cosas están
volviendo a ser como eran hace unos años. Leo y la jefa han hecho más piña que
nunca y a mi me hacen el vacío. Encima las pocas veces que la jefa manda algún
correo dirigido a mí por algo de las actividades, Leo no me lo notifica.
Supongo que lo hará para hacerme quedar mal delante de ella o para que parezca
que no llevo el trabajo al día. Si se lo digo, me dice que le perdone, que no
me lo ha dicho porque no se ha dado cuenta. Y así andamos. Al final he decidido
pasar del tema para no parecer la mala.
Y con María José, pues ahí estoy. Intentando
no volverme loca con sus manías. No quiero contarte mucho porque tú ahora estarás
totalmente desconectado de esto y tienes que centrarte en tu objetivo. Solo te
diré que va por días. Es una mujer muy inestable y nunca sabes por dónde te va
a salir. Igual que la jefa, quizá por eso congenian y chocan tanto al mismo
tiempo.
Los primeros días, la jefa parecía muy contenta con
su regreso y siempre hablaba de lo bien que iba a funcionar otra vez la
biblioteca. Pero conforme fue pasando el tiempo, la cosa fue cambiando entre
ellas. Hubo un día en el que yo creía que se terminaban matando la una a la
otra, de verdad. Un griterío, unos golpes y unos portazos que se escuchaban en
todo el edificio. Estaba yo sola con ellas, porque ya habíamos cerrado y estaba
terminando de recoger la biblioteca. No sabía qué hacer, si entrar en el
despacho para ver si les había pasado algo, o seguir recogiendo como si nada.
Al final llamé tímidamente a la
puerta para decirles que me iba, y me dijeron de muy malas maneras que vale,
que me fuera, y que dejara la llave echada cuando saliera. Muy raro todo, ya te
digo. María José estaba llorando, había unas fotos en blanco y negro encima de
la mesa y otras tiradas por el suelo. No sé qué terminaría de pasar allí dentro
aquel día, el caso es que me fui a mi casa y ya está.
Y poco más que contarte... Tu vida
ahora es mucho más interesante que la mía. Ya sabes que por aquí nunca pasa
nada extraordinario. Sin embargo, allí en Barcelona, por lo que me cuentas,
cada día es una aventura, ¿no?
¿Cómo fue eso del robo de muebles? ¡Qué
fuerte!
Y, bueno, en cuanto a lo que me
cuentas de Juanjo y lo de los chats... No sé qué decirte, la verdad. A mi me
suena todo muy raro y, si te tengo que ser sincera, yo entiendo perfectamente
que te cree desconfianza. No me parece normal. Dependerá, por supuesto, de cómo
tengáis planteada vuestra relación, desde luego. Pero yo, por ejemplo, a Álvaro
no le consentiría que hablara con otras por internet, mucho menos estando en
casa conmigo, por mucho que me dijera que son amigas. Y no me sentiría mal por
enfadarme. Pero, bueno, que si lo hace también por ver si te consigue algún
contacto de trabajo... Pero, no sé, aunque no entienda de eso, supongo que
también habrá chats de heterosexuales, ¿no? También podría entrar ahí, que
también podría conocer gente igualmente interesante y que también pudieran
ofrecerte algún contacto de trabajo, ¿no?
Yo creo que cuando se está en una relación, igual
que se ganan muchas cosas, también, en cierto modo, se renuncia a otras. Es una
renuncia voluntaria, mutua, y que compensa, al menos yo lo veo así. No es una pérdida,
es un compromiso. Cuando estás con alguien claro que dejas de conocer a otras
personas que seguramente sí podrías conocer estando solo; pero se supone, o al
menos yo lo creo así, que eso no te importa porque tienes bastante con esa
persona con la que estás compartiendo tu vida, ¿no?
Claro que estar soltero da muchas
libertades que estando en pareja no se tienen. Yo, a veces, con Álvaro lo
siento, porque él es más absorbente y yo soy más “espíritu libre”; pero aún así
sé que quiero estar con él, y entiendo que a veces tenga que “sacrificar”. Que
también es cuestión de etapas. Las relaciones también tienen su ciclo vital, y
es normal que a veces uno de los dos sienta cierta necesidad de “libertad”.
Pecando de meterme más de la cuenta
al final, creo que a Juanjo quizá lo que le pasa es un poco eso. Se ha visto en
una ciudad nueva, no una ciudad cualquiera además, sino Barcelona, que aunque
creas que soy muy anticuada, he estado varias veces y sé que es cuna del
movimiento gay, con un buen trabajo, donde entra y sale todo tipo de gente
todos los días, con cientos de posibilidades en todos los sentidos. Está
deslumbrado. Y quizá siente que estar contigo se las está coartando. Y ése
sentimiento es normal y comprensible. No le agobies, pero tampoco permitas
cosas que no te hagan sentir bien. Habladlo. A lo mejor si fuera al revés, a ti
también te estaría pasando. Pero la cosa está en que valore y sopese...
Lo del chico este, Brian, pues mira,
te digo lo mismo. Yo no lo metería ni muerta en casa, por lo menos de inquilino
me refiero. Pero eso ya es decisión tuya. Ya sabes que mi mentalidad está “desfasada”,
anda que ya te vale decirme eso...
En fin, que no creo que sea cuestión
de querer sentirse más abierto o más cerrado de mente, sino de ser sincero con
uno mismo y reconocer lo que se quiere o no, y hasta dónde se está dispuesto a
llegar por complacer a la otra persona. Piénsalo bien, y decide. Aunque
seguramente lo hayas hecho ya, y por lo que decías al final ibas a ceder. Ya me
contarás cómo ha ido la convivencia, porque la verdad es que me crea mucha
curiosidad.
Yo siempre había pensado que una
relación entre dos personas del mismo sexo era perfectamente equiparable a una
heterosexual. Igual me equivoco y vosotros tenéis otra forma de ver las cosas. Yo
te doy mi opinión de manchega arcaica y de mujer heterosexual...
¡Vaya rollo que te he metido al
final! Que eso, que no te dejes vencer por las circunstancias, ahora mismo es
normal cierto pesimismo. Está empezando a ser un rasgo habitual en todo el
mundo. Álvaro está hasta los cojones de los de su trabajo y de su sueldo, que
lo cobra tarde, mal y nunca. Tú aguanta, que estoy segura que terminarás
encontrando algo, y ya tendrás “tu sitio” en Barcelona...
Un
beso muy grande (y otro de la MariCruces, que siempre me lo dice), que por aquí
se te echa de menos.
Amira.