miércoles, 30 de mayo de 2012

CAPÍTULO XXVIII: Otro punto de vista.


XXVIII
OTRO PUNTO DE VISTA.

         Daraquiel, 12 de marzo de 2012.

            ¡Hola Dani!

            ¡Ya tengo internet en casa! Al final he decidido dar el paso a la “era digital”, más que nada para poder hacer un curso online sobre catalogación al que me he apuntado. Aunque como lo de sentarme delante del ordenador lo relaciono con el trabajo, no te creas que le estoy haciendo mucho caso. Álvaro es el que está todo el día enganchado, se ha creado un perfil en facebook y está que no hace otra cosa.
            Además, ahora estoy hasta arriba de trabajo. Empezamos con las actividades de animación a la lectura para el cole, y las hago yo todas porque María José se niega a “hacer el ridículo delante de niños” y Leo “tiene otras funciones”. Hay un día que tengo dos sesiones seguidas de cuentacuentos y todavía no me los he aprendido bien...
            Fui con Leo y la jefa a reunirnos con el jefe de estudios para concretar, y el hombre estaba empeñado en que volviéramos a hacer el cuentacuentos de “La cebra Camila” con los de infantil, supongo que por lo mucho que les gustaron a los niños las marionetas que hiciste y los “tesoros de la biblioteca” que yo les enseñé. Le preguntó a la jefa que dónde estabas tú, y ella bajó la cabeza sin responder. Yo le dije que te habías pedido tres meses por asuntos personales. Creo que la jefa no consigue superarte, jajaja. Leo se ofreció a hacer la actividad conmigo, pero yo le dije que me apañaba sola.
            De todas formas, para otras actividades la jefa se empeña en pagar a un cuentacuentos profesional sin siquiera proponérmelo a mí que sabe que me gusta y que se me da bien, en un momento en que el Ayuntamiento nos ha llamado la atención porque gastamos mucho fixo y nos ha dicho que limitemos el gasto de tinta de la impresora y que recortemos a menos de la mitad el presupuesto para adquisiciones.
            El otro día se pasó por la biblioteca el nuevo alcalde, bueno, que ya lleva varios meses, pero que no se había pasado antes. Para interesarse por el “trabajo de nuestro servicio” y escuchar “nuestras necesidades”. Puro trámite, vamos. Nos recalcó lo de ajustarnos el cinturón, que evitáramos cualquier gasto y que “aprovecháramos los recursos ya existentes”. Y que diéramos gracias por cobrar los sueldos aunque fuera con retraso, porque la situación está muy delicada.
            Por lo demás, las cosas están volviendo a ser como eran hace unos años. Leo y la jefa han hecho más piña que nunca y a mi me hacen el vacío. Encima las pocas veces que la jefa manda algún correo dirigido a mí por algo de las actividades, Leo no me lo notifica. Supongo que lo hará para hacerme quedar mal delante de ella o para que parezca que no llevo el trabajo al día. Si se lo digo, me dice que le perdone, que no me lo ha dicho porque no se ha dado cuenta. Y así andamos. Al final he decidido pasar del tema para no parecer la mala.
            Y con María José, pues ahí estoy. Intentando no volverme loca con sus manías. No quiero contarte mucho porque tú ahora estarás totalmente desconectado de esto y tienes que centrarte en tu objetivo. Solo te diré que va por días. Es una mujer muy inestable y nunca sabes por dónde te va a salir. Igual que la jefa, quizá por eso congenian y chocan tanto al mismo tiempo.
Los primeros días, la jefa parecía muy contenta con su regreso y siempre hablaba de lo bien que iba a funcionar otra vez la biblioteca. Pero conforme fue pasando el tiempo, la cosa fue cambiando entre ellas. Hubo un día en el que yo creía que se terminaban matando la una a la otra, de verdad. Un griterío, unos golpes y unos portazos que se escuchaban en todo el edificio. Estaba yo sola con ellas, porque ya habíamos cerrado y estaba terminando de recoger la biblioteca. No sabía qué hacer, si entrar en el despacho para ver si les había pasado algo, o seguir recogiendo como si nada.
            Al final llamé tímidamente a la puerta para decirles que me iba, y me dijeron de muy malas maneras que vale, que me fuera, y que dejara la llave echada cuando saliera. Muy raro todo, ya te digo. María José estaba llorando, había unas fotos en blanco y negro encima de la mesa y otras tiradas por el suelo. No sé qué terminaría de pasar allí dentro aquel día, el caso es que me fui a mi casa y ya está.
            Y poco más que contarte... Tu vida ahora es mucho más interesante que la mía. Ya sabes que por aquí nunca pasa nada extraordinario. Sin embargo, allí en Barcelona, por lo que me cuentas, cada día es una aventura, ¿no?
            ¿Cómo fue eso del robo de muebles? ¡Qué fuerte!
            Y, bueno, en cuanto a lo que me cuentas de Juanjo y lo de los chats... No sé qué decirte, la verdad. A mi me suena todo muy raro y, si te tengo que ser sincera, yo entiendo perfectamente que te cree desconfianza. No me parece normal. Dependerá, por supuesto, de cómo tengáis planteada vuestra relación, desde luego. Pero yo, por ejemplo, a Álvaro no le consentiría que hablara con otras por internet, mucho menos estando en casa conmigo, por mucho que me dijera que son amigas. Y no me sentiría mal por enfadarme. Pero, bueno, que si lo hace también por ver si te consigue algún contacto de trabajo... Pero, no sé, aunque no entienda de eso, supongo que también habrá chats de heterosexuales, ¿no? También podría entrar ahí, que también podría conocer gente igualmente interesante y que también pudieran ofrecerte algún contacto de trabajo, ¿no?
Yo creo que cuando se está en una relación, igual que se ganan muchas cosas, también, en cierto modo, se renuncia a otras. Es una renuncia voluntaria, mutua, y que compensa, al menos yo lo veo así. No es una pérdida, es un compromiso. Cuando estás con alguien claro que dejas de conocer a otras personas que seguramente sí podrías conocer estando solo; pero se supone, o al menos yo lo creo así, que eso no te importa porque tienes bastante con esa persona con la que estás compartiendo tu vida, ¿no?
            Claro que estar soltero da muchas libertades que estando en pareja no se tienen. Yo, a veces, con Álvaro lo siento, porque él es más absorbente y yo soy más “espíritu libre”; pero aún así sé que quiero estar con él, y entiendo que a veces tenga que “sacrificar”. Que también es cuestión de etapas. Las relaciones también tienen su ciclo vital, y es normal que a veces uno de los dos sienta cierta necesidad de “libertad”.
            Pecando de meterme más de la cuenta al final, creo que a Juanjo quizá lo que le pasa es un poco eso. Se ha visto en una ciudad nueva, no una ciudad cualquiera además, sino Barcelona, que aunque creas que soy muy anticuada, he estado varias veces y sé que es cuna del movimiento gay, con un buen trabajo, donde entra y sale todo tipo de gente todos los días, con cientos de posibilidades en todos los sentidos. Está deslumbrado. Y quizá siente que estar contigo se las está coartando. Y ése sentimiento es normal y comprensible. No le agobies, pero tampoco permitas cosas que no te hagan sentir bien. Habladlo. A lo mejor si fuera al revés, a ti también te estaría pasando. Pero la cosa está en que valore y sopese...
            Lo del chico este, Brian, pues mira, te digo lo mismo. Yo no lo metería ni muerta en casa, por lo menos de inquilino me refiero. Pero eso ya es decisión tuya. Ya sabes que mi mentalidad está “desfasada”, anda que ya te vale decirme eso...
            En fin, que no creo que sea cuestión de querer sentirse más abierto o más cerrado de mente, sino de ser sincero con uno mismo y reconocer lo que se quiere o no, y hasta dónde se está dispuesto a llegar por complacer a la otra persona. Piénsalo bien, y decide. Aunque seguramente lo hayas hecho ya, y por lo que decías al final ibas a ceder. Ya me contarás cómo ha ido la convivencia, porque la verdad es que me crea mucha curiosidad.
            Yo siempre había pensado que una relación entre dos personas del mismo sexo era perfectamente equiparable a una heterosexual. Igual me equivoco y vosotros tenéis otra forma de ver las cosas. Yo te doy mi opinión de manchega arcaica y de mujer heterosexual...
            ¡Vaya rollo que te he metido al final! Que eso, que no te dejes vencer por las circunstancias, ahora mismo es normal cierto pesimismo. Está empezando a ser un rasgo habitual en todo el mundo. Álvaro está hasta los cojones de los de su trabajo y de su sueldo, que lo cobra tarde, mal y nunca. Tú aguanta, que estoy segura que terminarás encontrando algo, y ya tendrás “tu sitio” en Barcelona...

Un beso muy grande (y otro de la MariCruces, que siempre me lo dice), que por aquí se te echa de menos.

Amira.
              

           
           

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