lunes, 23 de enero de 2012

CAPÍTULO VIII: Fría madrugada (Bis)

VIII
FRÍA MADRUGADA (BIS)

4:45 de la madrugada. Un frío que pela. Otra vez. No me podía creer que estuviera viviendo la misma situación que hace tres días. Pero esta vez quien me acompañaba no era Amira sino Paz y veníamos de su pueblo, no de Alzamil de San Germán. Y ahora no iba con intención de echarme a dormir en el coche, sino que venía de haber estado intentando dormir en el sofá-cama de su casa.
La entrada de Daraquiel seguía mostrándose tan tenebrosa como un cuadro de Friedrich y la niebla era todavía más espesa que la noche del domingo.
A Paz se le había ocurrido ir a “investigar” a la biblioteca. Estaba deseando, sobre todo, conocer el depósito. Le fascinó lo de la ciudad subterránea, y estaba convencida de que iba a encontrar algo relevante en aquel antiguo escenario de aquelarres y almacén de brebajes mágicos que ahora usábamos para guardar revistas y periódicos viejos.
Cayetano Martínez de Irujo tendría que haber visto el sorprendente trajín de coches y tractores que había a esas horas en el pueblo. Y es que aunque sus desafortunadas declaraciones se centraban en los andaluces, la ofensa se hacía extensiva a todos los jornaleros del país, hombres y mujeres que se levantan todos los días a las cinco o las seis de la mañana para ir a trabajar al campo sin distinguir de días festivos ni tener vacaciones. Qué fácil es criticar desde la posición ajena.
Por un momento me preocupé de que alguno de ellos pudiera reconocerme, aunque lo más importante era que no nos vieran entrar en la biblioteca de madrugada y a escondidas. Así se lo recalqué a Paz, que llevaba todo el viaje con hipo por la absenta. Se había traído hasta una pequeña petaca porque decía que le ayudaba a entrar en calor. Lo peor es que era verdad y yo ya iba un poco piripi también. Suerte que era casi imposible encontrarnos con un control de alcoholemia un miércoles y a esa hora.
-Entramos, te enseño el depósito y nos vamos, ¿eh? – le insistí.
-Sí, sí... – respondió ella, con una falsa sinceridad.
Después de habernos asegurado que no nos viera nadie y de haber seleccionado previamente en el coche la llave correcta (parecía San Pedro con tanto llavero: las de casa de Paz, las del piso de Juanjo, las de casa de mi madre, las del coche, las del candado de la bici y las de la biblioteca), entramos a hurtadillas. Pasamos el recibidor alumbrándonos por una diminuta linterna que había traído Paz de su casa. Ahora entendía que MariCruces dijera que le daba miedo la biblioteca cuando entraba a trabajar. A oscuras, vacío y con un sepulcral silencio (los carteles de “se ruega silencio” son mera decoración en una biblioteca de pueblo), aquel edificio tenía mucho de tétrico.
La situación no podía ser más rocambolesca. Paz y yo íbamos cogidos de la mano para no tropezar con nada.
-¿Lo oyes? – preguntó de repente.
-¿El qué?
-No sé, como un pitido.
-¡Mierda! ¡La alarma!
¿Cómo podía haberme olvidado? Tiré al suelo la linterna, de camino le di una patada a la papelera desplazándola varios metros y haciéndola chocar contra la pared consiguiendo romper todo el silencio con un estruendoso golpe, y llegué corriendo hasta el cuadro de mandos. Setenta segundos había, si no recordaba mal, para desactivar la alarma. Bloqueado con los nervios de un concursante que se lo está jugando todo a una pregunta, no conseguía recordar la puta combinación. Seis, nueve, nueve, cero... No, no, nueve, nueve, seis, cero...
-¿Ya? – le pregunté a Paz, que debía estar en algún lugar de toda esa oscuridad.
-Sí, creo que sí, ya no se oye el pitido – respondió.
El pitido no, pero ahora creía haber sentido unos pasos. Pura sugestión, como Amira, pensé, porque después juraría haber escuchado la voz de una mujer preguntando “¿Quién anda ahí?”.
Sentí a Paz cogiéndome del brazo. La reconocí por el aliento de absenta, susurrándome al oído:
-¿Quién es?
No era sugestión. Parece que a alguien más se le había ocurrido ir a la biblioteca a una hora tan inusual. Pero… ¿a quién? Y… ¿para qué?





1 comentario:

  1. Ahhhh!! estoy en ascuas! y eso q he esperado para poder leer un par de capítulos del tirón! quién anda ahí????

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